Buenos Aires, 30 de septiembre de 2019. Artículo Editorial del Presidente de AICACYP, Gonzalo Galán, en el libro del 80º aniversario de AICACYP.
Nuestra historia comenzó hace ya más de 80 años, un 30 de marzo de 1939, con la denominación original de Asociación Comerciantes de Artículos para Caza y Pesca – ACACYP- nombre que no incluía a los industriales, aunque muchos de sus integrantes lo eran. Esto nos convierte hoy en una de las Cámaras empresarias más antiguas del país.
Nuestros fundadores, representantes de la industria y el comercio dedicados a la caza, tiro y pesca deportivas, concibieron la Asociación con la convicción de que nuestras actividades se desarrollasen dentro de un marco regulador, con principios éticos, conservacionistas, sociales y deportivos claros. Mencionan también la importancia del turismo y remarcan que las prácticas indiscriminadas y descontroladas sólo redundarían en perjuicio tanto de los deportistas como de los comerciantes
Es así como en 1939 se plantea no sólo un mensaje de unidad de todo un sector, que involucra además a los aficionados, sino que también se hace mención a temas de absoluta vanguardia. Difícilmente en aquel momento otras organizaciones se preocupasen tanto por la conservación de las especies como lo hizo AICACYP desde su creación.
Los libros de actas de las reuniones de las Comisiones Directivas de aquellos primeros años, dan cuenta de las acciones que se fueron llevando a cabo, principalmente, en materia de regulación de la caza deportiva. Recordemos que recién en 1950 se sancionó la primera Ley de armas y que las reglamentaciones provinciales de pesca son más modernas aún.
La representatividad alcanzada por la Cámara la transformó en referente ante las autoridades oficiales, a las que ofreció incondicional colaboración en la confección de leyes y disposiciones tendientes a encuadrar la caza deportiva dentro de normas realistas y sobre todo con espíritu conservacionista. Normas que una vez sancionadas, la Asociación se encargó de difundir masivamente a través de boletines, folletos, espacios en revistas especializadas y hasta avisos publicitarios en medios de circulación nacional.
El tiro, primer deporte olímpico de nuestro país, siempre estuvo ligado a la Asociación. Desde aquellos primeros tiempos en que auspiciábamos la Semana Nacional del tiro, hasta los últimos años con los Campeonatos Promocionales Juveniles, que emularon a los recordados Campeonatos Orbea; AICACYP impulsó la promoción de esta actividad, especialmente en los jóvenes.
A partir de 1950, comienza un proceso que llegará hasta nuestros días: las leyes que reglamentan el uso, comercialización y tenencia de armas de fuego. En efecto, en septiembre de aquel año se sanciona la Ley 13.945 cuya reglamentación fue insuficiente y tardía lo que dificultó una puesta en vigencia ordenada. Algo que empezó a solucionarse con la actual Ley de armas, sancionada en el año 1973 y reglamentada en 1975.
En 1968, con una estimación de 600.000 cazadores deportivos solo en la Provincia de Buenos Aires, se llevó a la práctica en colaboración con el INTA la creación de un criadero experimental de tinamiformes (perdices). Proyecto que tiempo después no pudo ser solventado económicamente pero que marcó el compromiso de la Asociación con el cuidado del medio ambiente.
Poco antes de ese año, precisamente en 1964, se produce el cambio de nombre de nuestra Cámara, agregándose la “I” de Industriales. Para ello fue necesario modificar los estatutos y la razón social, pasando de ACACYP a nuestra actual denominación: AICACYP.
Las exposiciones organizadas por la Asociación no pertenecen solo a los tiempos modernos. En 1970 la Comisión Directiva organiza la primera Exposición Nacional de Caza, Tiro, Pesca, Náutica, Camping y Turismo en el predio de la Sociedad Rural de Palermo. La asistencia de 100.000 personas marca el éxito de aquella convocatoria.
La experiencia se replicó al año siguiente, pero luego hubo que esperar hasta 1998 para volver al ruedo con la Expo-AICACYP, que este año llegará a su 21ª edición de manera prácticamente ininterrumpida. Solo la crisis de 2002 impidió su realización en marzo de aquel año, tan difícil para nuestro país.
En el mismo año que se sanciona la actual Ley de armas (1973), AICACYP compra su primera sede social en Paraná y Lavalle finalizando así un proceso de más de 30 años de reuniones en diversas sedes de la ciudad de Buenos Aires.
La década del ´70 no fue fácil en lo que a armas se refiere. En medio del terrorismo, el gobierno de facto, la vuelta de la democracia y los golpes de Estado, se sanciona la actual Ley de armas (20.429), y su decreto reglamentario. Una actividad que comenzaba a ser reglamentada y controlada por el Estado desde el recién creado Registro Nacional de Armas, del Ministerio de Defensa, y en la que AICACYP tuvo activa participación buscando compatibilizar las exigencias del gobierno militar, con el desarrollo comercial e industrial de nuestra actividad.
Pero también la década del 70 marcó un fuerte crecimiento de la actividad comercial de la pesca deportiva y del camping. Y por ende el afán de la Asociación por sumar a los actores que participaban de este boom. Incrementar el número de socios, fue tan difícil ayer como lo es hoy. Al parecer, el mensaje del Martín Fierro no logra calar hondo. Una actividad unida es mucho más fuerte y representativa que cuando no lo es. Sin lugar a dudas sigue siendo este un gran desafío camino al centenario.
En la década del 80, las actas nos entregan una perlita: AICACYP le propone al Subsecretario de Turismo de la Nación correr los feriados nacionales a días laborables, a efectos de prolongar los fines de semana para fomentar el turismo interno. Curiosamente la propuesta es desestimada poco tiempo después. Cosas que pasan, y demuestran la importancia de una Cámara activa y con ideas emprendedoras.
Y así llegamos hasta 1989, en que nuestro 50º aniversario pasa sin pena ni gloria por las dificultades económicas del momento. Pero los problemas no son nuevos, sino que los hubo siempre. Prácticamente no hay año en que las actas de AICACYP no los expresen. Algunos pudieron solucionarse y otro no, pero una Asociación fuerte y representativa obtiene siempre mejores resultados.
Sin lugar a dudas nuestra designación como Ente Cooperador del RENAR en 1992 nos dio un aval y una presencia que habíamos perdido ante el Estado en esta materia. El sistema de cooperación le permitió al Estado fortalecer al Organismo, y a los legítimos usuarios de armas mejorar los trámites y los tiempos de las autorizaciones de tenencia y portación sin necesidad de gestorías inoportunas e inconducentes.
Desde aquel año en adelante, se sucedieron las distintas reglamentaciones que regularon al sector y que, a la vez de ordenarlo, también lo fueron achicando en materia de ventas de armas de uso civil. El proceso implicó fuertes cambios que afectaron tanto la cantidad de usuarios como a las armerías y fábricas de armas que se redujeron sensiblemente. Pero también se produjo un fortalecimiento de los otros sectores de la industria del aire libre, el camping, la pesca deportiva y toda la industria del outdoor creció notablemente.
Fueron años difíciles. Como nexo entre el Estado y los comerciantes se hicieron todas las presentaciones necesarias para morigerar los impactos negativos de muchas de las resoluciones. Algunas gestiones llegaron a buen puerto, y las que naufragaron en el intento no fue precisamente por falta de voluntad de nuestra parte. Curiosamente por un lado aparece el argumento legislativo de 2015, que llevó a la creación de ANMAC y la sustitución de AICACYP como Ente Cooperador: “el zorro dejará de cuidar al gallinero”. Por el otro lado, la queja de muchos colegas, en cuanto a que AICACYP avaló que el RENAR “castigara” a la actividad. Ambos extremos totalmente alejados de la realidad.
Nuestra historia reciente es más conocida por todos: las Expos, los torneos promocionales de tiro y pesca, las revistas y los servicios a los socios, son los puntos más destacados de los últimos 20 años, de los cuales los últimos 14 fueron desde nuestra sede social propia en Moreno 1420.
Hoy comenzamos un nuevo desafío: encarar los próximos 20 años, rumbo al centenario. En cada una de las notas volcadas en este libro hemos tratado de imaginar ese futuro, que esperamos caminar junto a todos los que participan de nuestro sector, y a muchos nuevos integrantes que seguramente aún no conocemos.
Un sincero agradecimiento a todos los que han aportado su granito de arena para la confección de este libro y también para los muchos directivos que, durante estos 80 años, le han entregado su tiempo, sus conocimientos y su esfuerzo personal a la Asociación.
Nos vemos en el 2039.